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Un forense de Uvalde muy afectado al identificar los cuerpos de los niños y los restos de una amiga de secundaria.

Justice of the Peace Eulalio Diaz, Jr., was called to identify the bodies of the 21 victims of the shooting at Robb Elementary, last week.
Vanessa Romo
/
NPR
El juez de paz Eulalio Diaz, Jr., fue llamado para identificar los cuerpos de las 21 víctimas del tiroteo en la Primaria Robb, la semana pasada.

UVALDE, Texas — Eulalio "Lalo" Diaz, Jr. no siempre está de guardia, pero fue su turno al mando como juez de paz en Uvalde el día en que un hombre armado masacró a 19 niños y dos maestras en la Escuela Primaria Robb en el tiroteo escolar más mortífero en la historia del estado. El condado es tan pequeño que el juez de turno también actúa como forense de facto en Uvalde.

No espera volver a ser el mismo.

"Fue mi suerte... mi mala suerte", dijo Diaz a NPR. "Pero no se lo deseo a nadie".

Sentado en su oficina en el Palacio de Justicia del Condado de Uvalde, al otro lado de la calle de un monumento improvisado en la plaza del pueblo, Diaz recordó la conmoción de entrar al lugar de la masacre que incluyó a tantos niños pequeños cuyos padres y abuelos conoce desde hace años, junto a una de sus propias compañeras de secundaria.

"Conozco a las dos maestras, a sus maridos", dijo.

"Conozco probablemente a las tres cuartas partes de las familias de los niños o a sus abuelos. Es ese tipo de comunidad y todos somos cercanos", comentó Diaz.

Una combinación de fotos de 19 niños y 2 maestros que murieron en el tiroteo masivo se exhibe en un monumento improvisado en la escuela primaria Robb en Uvalde, Texas.

A pesar de las relaciones afectivas, explicó Diaz, "era mi trabajo identificar los cuerpos".

Debido a que no existe una oficina forense local, el juez de paz interviene regularmente como médico forense del condado, además de presidir casos judiciales de delitos menores, disputas civiles menores y ceremonias de matrimonio.

La semana pasada, eso significó que Diaz fue llamado a la escuela para poner nombres a los cuerpos pequeños y devastados de la mayoría de los niños de 9 y 10 años de edad antes de que se pudieran realizar las autopsias correspondientes.

"Es la noticia más devastadora que querrías escuchar", confesó, sacudiendo la cabeza.

Nada podría haberlo preparado para lo que le esperaba en la escuela.

El caso era tan espeluznante y diferente a todo lo que había tenido que enfrentar, que requirió ayuda adicional del médico forense del condado de Bexar en San Antonio. (Hasta el martes pasado, Diaz dijo que el incidente con la mayor cantidad de víctimas que había enfrentado fue cuando un camión de 18 ruedas chocó y mató a una familia de cuatro hace unos años).

Mientras esperaba a que el médico forense se trasladara a Uvalde, Diaz trató de armarse de valor.

“Durante dos horas, me senté allí, preparándome y preparándome para la escena que estábamos a punto de ver… porque sabes que va a ser una escena difícil”, explicó.

Había un monólogo interior corriendo por su mente que le decía: “Tienes que ser fuerte y tienes que mantener el profesionalismo porque las familias ahora te necesitan”.

Pero nada podría haberlo preparado para lo que lo esperaba adentro.

Vio de primera mano lo que una semiautomática puede hacerles a unos niños.

Cuando ingresaron a la escuela, él y el médico forense encontraron que los socorristas habían movido los cuerpos, separando a los muertos de los heridos, para atender a quienes necesitaban asistencia médica.

“Entonces, cuando llegamos allí, había niños en cuatro habitaciones: las dos habitaciones iniciales más otras dos habitaciones”, recreó Díaz, y agregó que “fueron habitación por habitación para elaborar el plan en conjunto sobre lo que íbamos a necesitar para asegurarnos de que identificaríamos a todos correctamente”.

Diaz no describió la escena a detalle. En cambio, expuso: “Es algo que nunca quieres ver y es algo para lo que no, no puedes prepararte. Es una imagen que se quedará en mi cabeza para siempre, y ahí es donde me gustaría que se quedara”.

Él dice que no tiene intención de compartir nunca exactamente lo que vio.

El AR-15, que es el arma utilizada por el tirador en la Primaria Robbe fue diseñada para volar objetivos en pedazos. Es un arma construida para la guerra. Y cuando se dispara contra el cuerpo de un adulto humano, sus balas viajan con una velocidad tan grande que pueden decapitar a una persona, o dejar un cuerpo con el aspecto “de haber estallado una granada allí”, como señaló Peter Rhee, cirujano traumatólogo de la Universidad de Arizona. La carnicería que deja el arma se ha convertido en la característica principal de tiroteos en escuelas y otros atentados masivos en todo el país.

Desafortunadamente, Diaz vio de primera mano lo que un arma de este tipo puede hacerles a los niños con huesos y extremidades pequeños, lo que hizo que el proceso de identificarlos fuera aún más angustioso.

Y también encontró a una antigua compañera de clase entre las víctimas.

Diaz tuvo que enfrentar otro descubrimiento escalofriante: entre los muertos, yaciendo inmóvil en el piso de la misma escuela primaria a la que asistió cuando era niño, estaba una compañera de clase: Irma Garcia, una de las dos maestras que fueron asesinadas ese día.

Un monumento en honor Irma Garcia, una maestra de cuarto grado asesinada en el tiroteo de la escuela de la semana pasada en Uvalde, Texas. Su esposo, Joe, murió de un ataque al corazón dos días después.
MARCO BELLO/REUTERS
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Un monumento en honor Irma Garcia, una maestra de cuarto grado asesinada en el tiroteo de la escuela de la semana pasada en Uvalde, Texas. Su esposo, Joe, murió de un ataque al corazón dos días después.

“Ella era un año menor que yo en la secundaria y la preparatoria, y conocí a su esposo”, dijo, refiriéndose a Joe Garcia, quien murió de un ataque al corazón dos días después. “Era un año mayor que yo. Habían sido novios en la secundaria. Los conozco de toda la vida”.

La cruz de Irma Garcia se encuentra en un sitio conmemorativo para las víctimas que murieron en el tiroteo de esta semana en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas.

Sabe que necesitará ayuda para procesar el trauma.

Con la cabeza entre las manos, al final de un largo día, Diaz dijo que la escena lo perseguirá por el resto de su vida.

Admite que probablemente todavía está funcionando con adrenalina y que las exigencias de la situación lo mantienen tan ocupado que no tiene tiempo para pensar. Pero comentó que cuando tenga la oportunidad de salir a tomar aire, planea buscar algún tipo de ayuda para procesar el trauma de lo que ha presenciado.

No es raro que las personas que tienen la tarea de identificar cuerpos desarrollen un trastorno de estrés postraumático, enfatizó Diaz.

Los tiroteos masivos como el de Uvalde pueden causar un trauma duradero “porque sigues recordando”, añadió.

Por ahora, recurre a su familia y amigos, y a otros jueces de paz, de quienes dice que son las únicas personas que entienden por lo que está pasando: “Lo han vivido. Lo entienden. Han visto algunas escenas”. Esto ha sido horrible”.

Esta nota fue traducida por Texas Public Radio con apoyo de Gabriela Olivares, Roberto Sierra, Francisco Marín e Yvette Benavides, para NPR y The Texas Newsroom. Haga clic aquí para más cobertura de Uvalde en español.

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