Si usted vive junto al río Little Manatee, en los pantanos al sur de Tampa, Florida, probablemente conoce a Maurilio Ambrocio, el pastor evangélico de una iglesia local que lleva 20 años viviendo aquí.
También tiene un negocio de jardinería, donde se encarga del cuidado de jardines y patios en Fort Myers, una ciudad vecina.
Ambrocio fue detenido hace unas semanas como parte la campaña de arrestar inmigrantes impulsada por el presidente Donald Trump, la cual es apoyada por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien ha prometido no solo colaborar plenamente, sino se ha comprometido a convertir este estado en líder en el plan de deportación masiva del gobierno federal.
La administración Trump ha dicho que las deportaciones en Florida son un anticipo de lo que está por venir en Estados Unidos: operaciones a gran escala en estrecha colaboración con las fuerzas del orden locales.
La noticia sobre la detención del pastor Maurilio se difundió rápidamente.
"Estábamos ayudando a un vecino y nos dijo: '¿Oíste?'", dijo Greg Johns, vecino de Ambrocio. "A Maurilio lo deportaron".


Johns dijo que estaba fuera de sí.
Se le llenaron los ojos de lágrimas al recordar que Ambrocio fue a verlo cuando el huracán Milton azotó el año pasado. "¿Necesita [gas] propano?", le preguntó. "¿Necesita agua? ¿Qué necesita? Ese es el tipo de vecino que él es. Este hombre es parte del vecindario", dijo.
Como muchos en esta pequeña comunidad rural, Johns votó por el presidente Trump en la elección del pasado noviembre. De hecho, lo hizo en la iglesia de Ambrocio, que también funciona como centro de votación. "Lo hice", aunque ahora tiene sus dudas, "porque no estaba contento con el rumbo que estaba tomando el país".
Agregó que esperaba que los migrantes sin estado legal en el país y con antecedentes penales fueran arrestados. Pero nunca imaginó que se llevarían a un pilar de la comunidad como Maurilio Ambrocio.
"Van a llevarse, saben, a un líder comunitario, un pastor, un hombre trabajador... ¿Qué? ¿Necesitaban completar una cifra ese día?"
Ese día era 18 de abril.
Ambrocio se había presentado a una de sus entrevistas obligatorias con agentes de inmigración: cuenta con una protección legal llamada suspensión de la deportación. Esto significa que, aunque entró ilegalmente a los Estados Unidos, se le permite permanecer, siempre y cuando se reúna con los funcionarios de inmigración al menos una vez al año.
En esas entrevistas le preguntan si aún tiene empleo y verifican que no haya cometido ningún delito. Cada año, durante los últimos diez años aproximadamente, Ambrocio ha asistido a estas entrevistas y ha sido aprobado.
Pero ese 18 de abril fue detenido por agentes de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.
NPR contactó a ICE para preguntar por qué Ambrocio fue detenido esta vez. En un correo electrónico, un portavoz de la agencia respondió que Ambrocio se encontraba en Estados Unidos sin documentos, pero no respondió preguntas ni aclaró por qué fue arrestado justo ahora.

En un solo fin de semana de este mes, ICE afirma que más de 1,100 inmigrantes fueron detenidos en toda Florida, considerado el mayor operativo conjunto de inmigración en la historia de esta entidad.
El 63 % de los detenidos ese fin de semana tenía antecedentes penales o había sido arrestado previamente. Sin embargo, hay otra forma de ver las estadisticas: 415 personas sin antecedentes penales ni arrestos previos fueron detenidas ese fin de semana.
Para la familia Ambrocio, la detención del pastor ha sido catastrófica.
"Para mis hijos es como si se acabara el mundo", expresó Marleny, la esposa de Ambrocio.
La pareja tiene cinco hijos, todos ciudadanos estadounidenses, de entre 12 y 19 años.
Marleny está consumida por el dolor. Mientras fríe un huevo para desayunar, dijo que sueña con su marido casi todas las noches.

Anoche, dijo, él llamó a la puerta de su casa móvil. Le había comprado un perfume.
"Empezó a rociarme. Me reí y le pregunté: 'Maurilio, ¿cuándo te soltaron?'. Pero no respondió nada, se quedo así [en] silencio".
Y entonces ella se despertó y se dio cuenta de los problemas reales que la detención de su marido les ha generado.
"¿De donde va a venir el sustento para la comida?", pregunta. "¿Cómo vamos a pagar las deudas?"
La única que aporta dinero a la familia ahora es Ashley Ambrocio, de 19 años, que tiene varios trabajos.
Al volver a casa del trabajo, ella toma una caminata por el campo, lejos de su casa rodante y de su madre. Se acerca una tormenta. Las cigarras chillan y una brisa cálida corre por entre la vegetación de musgo español.

Ha tenido que hacerse cargo del negocio de jardinería de su padre: aprender a administrar la nómina, coordinar las tareas y atender a sus clientes.
También ha asumido muchas de sus tareas pastorales en la iglesia.
Y trabaja como recepcionista en un restaurante. "Intento trabajar todas las horas que puedo, ¿sabes?, y conseguir algo de dinero extra para comprar comida", dice durante la caminata.
Confiesa que se siente cada vez más abrumada, pero solo se permite mostrar su angustia en privado.
"En el carro. Siempre en el carro", comenta. "Antes o después de ir a trabajar me siento estresada por todo y me pongo a llorar ahí mismo".
Su teléfono celular timbra y es una videollamada de su padre desde el Centro de Detención del Condado de Glades en Florida Central.
Le dice que ha bajado ocho libras de peso. Ha estado enfermo con fiebre porque hay un virus circulando en el centro de detención. Le dijo que eso no le ha impedido predicar ahí adentro.
Pero pregunta sobre el negocio familiar de jardinería.
¿Has hablado con los clientes? ¿Laura? ¿Frank? ¿Ha programado algún trabajo?
Al fondo de la videollamada, Ashley puede ver las siluetas borrosas de otros detenidos.
"No tienes idea de lo lleno que está aquí", le describe a su hija.

En el piano de la iglesia, cerca del altar, está Esdras, de 12 años, el hijo menor de Maurilio.
En voz baja, Esdras se pregunta si su padre volverá pronto. "No sabría qué hacer sin él", dice. "Es como mi mejor amigo. Sí".
Las familias se alinean en los bancos. Es un espacio pequeño, con bancos de madera y una alfombra roja brillante.
La mayoría de estos feligreses han vivido aquí durante más de una década, y casi todos sus hijos son ciudadanos estadounidenses.
En ausencia de Maurilio, un pastor invitado, Oscar Hernández, recibió peticiones de oración.
En la sala, las mujeres mencionan a sus esposos e hijos que han sido detenidos recientemente por ICE o por la Patrulla de Caminos de Florida, la cual, según anunció recientemente el gobernador DeSantis, desempeñará un papel más prominente en la aplicación de las leyes migratorias.
La mayoría fueron arrestados camino a su trabajo.
Algunos hombres lloran en silencio.
Afuera, la lluvia empieza a caer, el aire se siente denso, y los rostros enrojecidos y húmedos miran con ansiedad al pastor. Le dice a la congregación que esta día le costó decidir qué decir.
"Muchas veces el Señor va a quebrantar nuestros corazones. Pero déjenme decirles que el Señor nunca llega tarde".
Si usted tiene sugerencias sobre inmigración, puede comunicarse a nuestra línea de sugerencias, en WhatsApp y Signal: 202-713-6697 o con la reportera Jasmine Garsd: jgarsd@npr.org

Esta nota fue traducida por Texas Public Radio con apoyo de Gabriela Olivares, e Yvette Benavides, para NPR y The Texas Newsroom.
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