Las autoridades mexicanas dijeron que su reciente ofensiva contra el crimen resultó en casi 7,000 arrestos, la incautación de 61 toneladas de drogas, el desmantelamiento de 69 laboratorios clandestinos de drogas y la confiscación de miles de armas.
Omar García Harfuch, secretario de Seguridad de México, dijo que estas acciones eran parte de un esfuerzo más amplio para reducir el crimen y abordar las causas fundamentales de la violencia en todo el país.
Sin embargo, Cecilia Farfán, investigadora del Instituto de Conflicto Global y Cooperación de la Universidad de California en San Diego, argumentó que la incautación de drogas por sí sola no era necesariamente efectiva para frenar la violencia.
“Lo que esto hace es enviar un mensaje a los Estados Unidos,” explicó, “y uno que atrae particularmente a aquellos que quieren una postura de línea dura frente a las drogas.”
Farfán también argumentó que detener a figuras de alto nivel por sí solo no era suficiente. Durante dos décadas, señaló, la estrategia de los capos no fue la herramienta más eficaz para reducir la violencia. Los grupos criminales se adaptan y, sin medidas más amplias, la violencia se intensifica.
Farfán señaló los recientes incrementos de violencia en Sinaloa tras los arrestos: “Lo que estamos viendo es un aumento de la violencia sin un final claro.”
Las redes financieras a menudo permanecen intactas, y la eficacia de estos esfuerzos depende del sistema judicial de México, que actualmente está atravesando una importante reforma en la que los jueces son elegidos por voto popular.
Esta nota fue traducida por Texas Public Radio con apoyo de Gabriela Olivares e Yvette Benavides para NPR y The Texas Newsroom.
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