Un nuevo estudio científico advierte que el Río Grande, el río que delimita gran parte de la frontera entre Estados Unidos y México, se encuentra en una grave crisis hídrica, impulsada por décadas de sobreexplotación y una sequía cada vez más severa. Los investigadores afirman que la situación exige medidas urgentes de ambos países.
El informe,“El consumo excesivo amenaza gravemente la seguridad hídrica en la cuenca binacional del Río Grande-Bravo," descubre que más de la mitad del agua utilizada en la cuenca del Río Grande se está agotando más rápido de lo que se puede reponer.
Se está extrayendo agua del río, de los embalses y de los acuíferos subterráneos a un ritmo insostenible, lo que deja secos largos tramos del Río Grande y acelera la disminución de los suministros de tierras agrícolas y de aguas subterráneas.
Más de 15 millones de personas dependen del río para obtener agua potable. Sin embargo, la agricultura consume la gran mayoría —alrededor del 87%— del agua disponible de la cuenca. Cuando se agota el agua superficial, los agricultores dependen cada vez más de los embalses y las aguas subterráneas, lo que provoca el colapso de los acuíferos y el descenso del nivel freático.
Actualmente el río entrega sólo alrededor del 15% de su caudal natural al Golfo de México, lo que representa una caída pronunciada respecto de los niveles históricos.
Los investigadores afirman que gran parte del problema reside en la disparidad de normas y agencias hídricas que dificulta la coordinación entre los estados, los distritos de riego y las dos naciones. En los Estados Unidos, Colorado, Nuevo México y Texas gestionan el agua por separado, guiados únicamente por unos pocos pactos interestatales.
En México, una ley nacional de aguas rige el sistema, pero los distritos de riego locales aún controlan la mayoría de los suministros de agua.Estos sistemas fragmentados dificultan la planificación o aplicación de soluciones para toda la cuenca.
Los acuerdos existentes entre los estados y entre Estados Unidos y México contribuyen a garantizar que parte del agua se desplace río abajo, pero no solucionan la escasez general. Cuando los estados o México no envían el agua necesaria río abajo, a menudo se inician demandas en lugar de buscar soluciones a largo plazo.
Hasta la fecha, los esfuerzos de conservación urbana y agrícola no han sido suficientes para frenar el declive. El estudio concluye que nuevas fuentes de agua, como el agua importada o la desalinización, resultarían demasiado costosas para la mayoría de los agricultores.
Esto sólo deja opciones difíciles: cambiar a cultivos que requieren poca agua, reducir el riego durante la temporada de crecimiento o convertir algunas tierras agrícolas a otros usos, como hábitat para la vida silvestre o para instalaciones de recolección de energía solar.
El informe también insta a tomar medidas inmediatas para detener el agotamiento de las aguas subterráneas, incluyendo moratorias para nuevos pozos y límites al bombeo en zonas con dificultades. Estos límites han funcionado en otras regiones, pero requieren una aplicación rigurosa, algo que, según los expertos, ha sido inconsistente en ambos países.
Esta nota fue traducida por Texas Public Radio con apoyo de Gabriela Olivares e Yvette Benavides para NPR y The Texas Newsroom.
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