Hace cinco días, el huracán Otis, de categoría 5, azotó la costa de Acapulco, causando devastación en múltiples municipios del estado de Guerrero, México.
A pesar de los esfuerzos conjuntos de autoridades, fundaciones y la sociedad civil, los servicios básicos aún no se han restablecido por completo en las áreas afectadas de Guerrero, lo que complica la entrega de ayuda a las personas afectadas.
En Michoacán, se ha establecido un puente aéreo para atender a los heridos y colaborar con las autoridades de Guerrero.
Las largas filas de personas en busca de agua potable en Guerrero y los desafíos en la entrega de ayuda subrayan la complejidad de la situación.
Se estima que los daños causados por el huracán podrían ascender a 15 mil millones de dólares.
México ha desplegado sus fuerzas armadas para mantener el orden y distribuir alimentos y suministros en Acapulco.
Por su parte, la Secretaría de Relaciones Exteriores ha trabajado en la localización y el traslado de ciudadanos extranjeros varados en el área.
La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, informó que tras el huracán fallecieron 45 personas, y 47 están desaparecidas.
En respuesta a la crisis causada por el huracán, los legisladores de la administración del presidente AMLO han anunciado que donarán un mes de su salario para ayudar a los damnificados.