El Día de los Muertos, la festividad que honra a los seres queridos que han fallecido, resonó en Uvalde con un grado más profundo de tragedia este año después de que la comunidad perdiera a 19 niños y dos maestras en el tiroteo masivo en la Escuela Primaria Robb en mayo pasado.
Las familias y amigos, en esta comunidad predominantemente latina, hicieron todo lo posible para dejar de lado su dolor, honrar la tradición y celebrar a seres queridos que se han ido, a la par de las vidas que fueron arrebatadas por el asesino.
Docenas se reunieron el miércoles por la tarde en el cementerio de Hillcrest, donde están sepultadas muchas de las víctimas, para asistir a una tranquila misa que se realiza anualmente en inglés y español.
Y muchas familias instalaron altares cubiertos de caléndulas tradicionales y las cosas favoritas de sus hijos junto a sus tumbas.
“El mito, la leyenda es que hoy están aquí con nosotros”, dijo Javier Cazares, padre de Jackie Cazares, quien murió en el tiroteo. Tenía 9 años de edad.
A Cazares se le hizo un nudo en la garganta al hablar sobre la festividad y la colorida ofrenda de su hija, llena de animalitos de peluche, fotos con miembros de la familia y algunos de sus refrigerios favoritos para compartir.
“Están aquí, bailando, pasando un buen rato con sus familias”, dijo.
April Elrod perdió a su hija Makenna, de 10 años, en el tiroteo y se aseguró de que el altar de su incluyera Takis y paletitas Dum-Dum.
“Es la primera vez que instalamos uno. Somos bautistas”, ella explicó. “No es un día festivo que normalmente celebramos, pero este año sentimos que queríamos celebrarlo con las otras familias”.
El altar de Makenna también incluyó mariposas y fotos de la pequeña jugando softball y montando a caballo.
Ana Rodríguez, madre de Maite Rodríguez, de 10 años de edad, colocó las cenizas de su hija sobre su altar junto a un par de tenis Converse verdes que eran características de Maite.
Cientos de residentes de Uvalde habían llegado al cementerio esa tarde.
Cuando cayó la noche, los mariachis comenzaron a tocar y cantar baladas; la mayoría de la gente no tenía prisa por abandonar el cementerio y las almas que habían venido a recordar.
Una familia se instaló frente a un televisor para ver jugar a los Astros de Houston en la Serie Mundial. Otra familia vio la película “Coco” sobre un niño mexicano que tiene una aventura en el Día de los muertos.
En la plaza del pueblo de Uvalde, hubo más comida y música organizada por Katie Fulton, una vieja residente.
"Toda mi vida he vivido aquí y no creo que haya habido ningún tipo de celebración como esta", recalcó.
Fulton describió cómo las personas en Uvalde a menudo viajan a ciudades cercanas como San Antonio para participar en sus celebraciones del Día de los Muertos. Este año, podrían hacerlo en casa.
Y Fulton esperaba que por esta noche, la comunidad, destrozada por el tiroteo y la controversia que siguió, pudiera unirse en torno a la festividad.
“Todos podemos ser uno con esta celebración”, comentó.
Un pensamiento repetido por Cazares, quien organizó el evento en el cementerio.
“Todos estamos dolidos, pero al mismo tiempo estamos felices porque estamos aquí juntos”, concluyó.
Editado por Amy Isackson
Esta nota fue traducida por Texas Public Radio con apoyo de Gabriela Olivares e Yvette Benavides para NPR y The Texas Newsroom.
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