Un nuevo estudio respalda la evidencia anecdótica de que las reuniones de Zoom pueden afectar a las personas en cierta forma.
El estudio midió la función cerebral y cardíaca de 35 estudiantes que estuvieron en una conferencia de ingeniería de 55 minutos, la mitad a través de videoconferencia y la mitad en persona.
Una semana después, los estudiantes intercambiaron lugares.
Todos fueron monitoreados con electrocardiogramas y electroencefalogramas, o EEG.
Los resultados de los estudios revelaron que el grupo de Zoom tuvo dificultades para prestar atención y se cansó cada vez más durante la sesión.
Esto fue confirmado por sus EEG, que señalaron cambios en las ondas cerebrales que indican una disminución del estado de alerta.
Los investigadores concluyeron que las videoconferencias deben considerarse como un posible complemento a la interacción cara a cara, pero no como un sustituto.